Minho adoraba su jardín. Las flores en las esquinas de diversos colores, las torpes enredaderas en su valla al final del terreno y la brisa de primavera que golpeaba suave las hojas del Olmo, decorando el centro del jardín Lee. Minho cuidaba y protegía sus plantas como oro.
Y Jisung, justo a la derecha desde una ventana a tres metros del suelo, adoraba ver a Minho salir todas las tardes sin falta a cuidar de su jardín, deseando, algún día, ser tan libre como él.
-¿Lo prometes?
-Por el Olmo.
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